lunes, 11 de diciembre de 2006

Latinobarómetro

Entre varios puntos, el último estudio de Latinobarómetro, basado en casi
200.000 entrevistas a ciudadanos de 18 paises latinoamericanos, muestra una
leve recuperación de la opinión favorable hacia las privatizaciones. Cuando
Latinobarómetro introdujo la pregunta en 1998, 45% de los entrevistados dijo
que las privatizaciones de empresas estatales eran beneficiosas. Esa visión
positiva cayo al 22% en 2003 y subió al 31% ahora. Segun Latinobarómetro, la
evolución de la aprobación parece acompanar al ciclo económico y su
popularidad es mayor en Venezuela, Brasil y Colombia que en Paraguay, Costa
Rica y Panamá.

Las privatizaciones han sido una de las medidas más polémicas del paquete de
reformas que se aplica desde hace más de 15 años en la región. En países
como Uruguay, la opción de privatizar empresas públicas fue rechazada en
referendo popular. En otros, como Costa Rica, los intentos dispararon
protestas tan enérgicas de los sindicatos que acabaron abortados. Cualquier
insinuación de abrir al capital privado grandes intocables como las
mexicanas Pemex, CFE y Luz y Fuerza del Centro, la costarricense ICE o la
chilena Codelco hace tronar los cielos.

Sin embargo, no hay que perder la perspectiva del debate. Las
privatizaciones, en general, han funcionado. Hace 10 años, al analizar las
cifras de las 500 mayores empresas de America Latina, se encontró una firma
brasilena con siderales retornos sobre activos. Era de Sao Paulo y se
dedicaba a comprar y vender lineas telefónicas en el mercado secundario.
Facturaba cientos de millones de dolares al año. Eran los tiempos en que
obtener una linea celular en Sao Paulo podia tomar un año o más y costar
hasta US$ 5.000.

Este era un excelente negocio para la empresa, pero pésimo para la
competitividad brasileña y ocurría antes de la privatización del sistema
Telebras, realizada en un marco que promovía la competencia. Hoy, los
celulares, sea en Brasil o el resto de la región, son ubicuos, baratos,
tienen servicios de calidad razonable y permiten a millones de personas de
bajos ingresos desarrollar micronegocios de subsistencia.

Ejemplos como estos abundan. Por años, la factura de electricidad de Perú
incluyó un extra bajo la linea ''expansión de la frontera eléctrica''. Era
un eufemismo referido al programa de inversiones de la compañía estatal,
cuya expansión nunca se produjo. Fue recién tras la privatización cuando
servicio y capacidad de generación se ampliaron.

El problema de las privatizaciones en América Latina no ha estado en las
ventas de empresas en sí, sino en la forma en que muchas se efectuaron. Un
caso emblemático fue el contrato de concesión que el gigante estadounidense
Bechtel Corp. obtuvo en 1999 para manejar el servicio de agua potable de
Cochabamba, en Bolivia. El contrato, pesimamente diseñado, llevó a un
levantamiento popular que devino en un ejemplo de la capacidad de
resistencia popular contra la globalización. La prensa mundial lo tituló
''La guerra del agua'', y Bechtel abandono el contrato al año siguiente.

Lo que los medios no hicieron fue investigar que sucedió
tras el triunfo popular. Si Paul Constance, periodista del Banco
Interamericano de Desarrollo: halló que cinco años después de la
reestatización del servicio, la situación había empeorado. Mas del 30% de la
población de Cochabamba no tiene agua, la mitad del fluído se pierde por
fugas o hurtos y los planes de expansión estan paralizados.

Las privatizaciones no son la panacea, mas, bien ejecutadas y reguladas,
proveen soluciones. Buenos diseños de concesiones, imaginación e innovación
ayudan a enfrentar el problema de la escasa riqueza de las poblaciones a las
que se sirve. En Manaos, por ejemplo, Aguas do Amazonas, filial de Suez
Group, aplicó un sistema de loterías que empujó a la gente a pagar sus
cuentas e hizo sustentable el servicio. En Caracas, EDC, filial de AES,
tiene un programa piloto de prepago de electricidad en zonas de bajos
ingresos.

La funcion del Estado no es producir cobre o petroleo o combustibles,
ni brindar agua o electricidad. Es velar por el bienestar social.
Y la praxis dice que eso pasa por transferir a privados la produccion
de bienes y la provisión de servicios y dejar en manos estatales
la regulacion y el establecimiento de reglas de juego justas.
Para todas las partes.
ARTICULO BASADO EN UN ESTUDIO DE LATINOBAROMETRO

Alvaro Kröger

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