lunes, 11 de diciembre de 2006

La anomalía cubana

LA ANOMALÍA CUBANA








Los latinoamericanos no nos respetamos. El escritor mexicano Carlos Fuentes,
que dispensa presentaciones, acaba de publicar un análisis global sobre el
año 2005 en el que menciona a Cuba de soslayo, simplemente como “la anomalía
cubana”. No importa que dentro de esa ‘anomalía’ palpite el drama humano más
portentoso que país latinoamericano alguno haya sufrido nunca. Él --con toda
su fuerza intelectual-- lo considera sólo como eso, una anomalía.



Lo ‘importante’ en su análisis es que López Obrador es su amigo (y no “una
especie de Chávez Mexicano”) que tendrá que luchar con una larga “frontera
porosa”, que linda con territorios de EUA “que fueron mexicanos”.
Definitivamente, no hay ombligo más grande que el de cada cual.



Sin embargo, y como corresponde a la defensa de la diferencia, quiero
resaltar aspectos que subyacen en la mencionada “anomalía cubana”,
pretendiendo analizar lo que pudiera estar siendo incubado para el futuro de
Cuba tras la burda simplificación ‘anómala’.



El traumático drama cubano --que ya dura 47 años-- en la visión edulcorada
de intelectuales lejanos como Fuentes, ha devenido en simple ‘anomalía’
gracias a un conjunto de hechos y factores que se conjugan para --vistos
desde el exterior-- no dejar translucir la real masacre que la dictadura
ejecuta contra el pueblo que oprime. Sólo siendo cubano se comprende.



Si para latinoamericanos informados que analizan políticamente lo sucedido
en el mundo durante un año Cuba es una simple ‘anomalía’, ¿qué no será para
dirigentes del Primer Mundo? ocupados con los graves problemas que aquejan
sus propias Naciones, sobre todo para aquellos que pueden ayudar a los
demócratas cubanos a superar el accidente ‘anómalo’.



En lo que a Europa y Estados Unidos respecta (los dos polos externos que más
influyen en la política cubana) hay realmente muy poco que esperar en
sentido democrático.



Europa está traumatizada por ataques terroristas; España fue la primera y
reaccionó abandonado el campo de batalla en Irak; explosiones y muertes de
civiles en las calles de Londres; quema de autos en Francia, que se
extendieron peligrosamente a varias ciudades europeas; y ahora, vacilación
ante absurdas exigencias musulmanas por la simple publicación de
caricaturas, mientras ellos se jactan en televisar mundialmente –como si
nada-- sangrientas decapitaciones de occidentales inocentes como algo
natural. Todos son síntomas de un drama de identidad por el que atraviesa el
Viejo Continente, que no le permite reaccionar siquiera ante la inminente
posesión del arma atómica por parte del cercano Irán, ni de un sorprendente
triunfo terrorista por la vía de las urnas en Palestina. Muchos problemas en
las inmediaciones de sus fronteras como para pensar en una lejana --y para
ellos más que aceptable-- ‘anomalía’.



En lo que a Cuba respecta, Europa --agobiada con sus problemas externos-- ha
cedido a España la salvaguarda de la política común. Nada tan contrario a la
libertad de los cubanos, ya que el interés inmediato de la “madre patria” en
la isla es hacerle pagar a los norteamericanos (los cubanos no les importan
mucho) el trago amargo que le hicieron tomar en la guerra
hispano-cubana-americana del 1895. Lo que para Cuba representó su
independencia, para España fue un trauma que ahora se compensa con esta
‘anomalía’. Una burda revancha.



Estados Unidos por su parte, que enfrenta corajosamente el problema
terrorista yendo a darle batalla en su madriguera irakí (y por eso no ha
sufrido ataques en su territorio desde el 11 de Septiembre) sortea además
los riesgos nucleares de Irán y Corea del Norte y comparte con Europa además
el candente problema palestino-israelí. Internamente sin embargo se debate
en una inédita confrontación bipartidista sin precedentes en su historia,
que limita la capacidad gubernamental de acción en cualquier frente y crea
una oposición ficticia a cuanto acto gubernamental trascendente se programe.
Este fenómeno termina perjudicando a Cuba.



Una parte no despreciable de esta lucha partidaria se manifiesta como el
interés de “ciertos sectores” norteamericanos para comerciar con la
dictadura, consiguiendo el nada despreciable galardón de haber colocado a
EUA como el primer socio comercial cubano en lo que a la venta de alimentos
respecta, obteniendo adicionalmente la aprobación de leyes y reglamentos que
autorizan tales procedimientos de acercamiento. Hasta ahí, no había habido
nada definitivo.



Pero los objetivos comerciales, hasta ahora humanitarios (comercio de
alimentos y medicinas) de pronto se han convertido en un objetivo
estratégico: el petróleo de la costa norte de la isla



No es ocioso decir que el crudo pudiera convertirse –si ya no lo ha logrado
en estos dos años desde que fue enunciado-- en el factor que unirá las
voluntades dentro de EUA para comenzar a observar la ‘anomalía’ castrista
con un viso de unanimidad, pasando por encima de la mencionada y corrosiva
lucha por el poder a toda costa (y a todo costo), sobre todo porque en el
sillón presidencial se sienta un hombre sensible a los problemas petroleros
de EUA. Era todo lo que nos faltaba: Estados Unidos negociando inversiones
petroleras con la Cuba de Castro.



Si la óptica de Carlos Fuentes fuera la que cualquier observador externo
informado tiene sobre la isla, de la manera más honesta posible (si se puede
hablar de honestidad en este caso) no hay dudas que cualquier dirigente
norteamericano –demócrata o republicano-- no dudaría en ensayar un
acercamiento con la dictadura (que como simple anomalía algún día será
resuelta) para asociarse a ella en un problema económico (no político porque
políticamente, para demócratas y republicanos, Cuba quizá también sea una
simple ‘anomalía’) negociando para extraer petróleo en aguas cubanas en
beneficio mutuo. Si Carlos Fuentes lo piensa, con la profundidad de su
intelecto, ¿porqué no los pragmáticos capitalistas norteamericanos?



Los negociadores estadounidenses se defienden diciendo que el petróleo que
hoy entra en EUA procede de fuentes “conflictivas e inestables”: el Medio
Oriente y Venezuela, como si Cuba no fuera nada de eso, sino esa simple
‘anomalía’ definida por Carlos Fuentes. Ayudar financieramente a Fidel
Castro a fortalecerse con el petróleo cubano (no del gobierno comunista,
sino de toda la Nación cubana) es una insensatez que pudiera pagarse cara.



Sin embargo, ¿quién dijo que todo está perdido?; la jugada del petróleo que
el dictador ensaya con los EUA, pudiera constituirse en la última “cartada”
de un juego que para los cubanos ha costado un precio que ningún otro país
latinoamericano ha pagado en toda su historia republicana. El petróleo, que
el dictador considera estratégico, lo es mucho más para los EUA.



Y aunque en el campo político se emiten señales de confrontación, al extremo
de hablarse de ruptura diplomática (Castro recientemente se refirió al
respecto, irritado por el cartel lumínico norteamericano colocado en la
Oficina de Intereses de EUA en la Habana) en el campo económico nunca antes
hubo tal comprensión y acercamiento entre ambos contendientes.



Casi siempre (por no decir siempre) el acercamiento político es precedido
por el entendimiento económico; y nada más revelador en este caso que el
socio político principal del dictador cubano, Hugo Chávez, sea a su vez el
socio principal de EUA en el área de suministro de petróleo en
Latinoamérica; precisamente el tema que ahora despierta las sospechas de un
entendimiento económico entre EUA y la isla. Este acuerdo petrolero pudiera
constituirse en la base de un futuro entendimiento político entre ambos,
abarcando además el tema de las supuestas garantías dadas por Raúl Castro
para el control de la inmigración incontrolada desde Cuba a la muerte del
dictador, todo a espaldas de los intereses democráticos de los cubanos, pero
perfectamente en fase con la actual agenda de intereses norteamericanos y
castristas.



A diferencia de lo ocurrido en circunstancias anteriores, a fines del siglo
XIX, esta vez no habrá tratados en París. Las negociaciones fueron en México
y se continuarán en la Habana y Washington con la mayor discreción, como
corresponde a asuntos de estado, no importa que arrecien por un tiempo los
fuegos artificiales con carteles lumínicos y campos de banderas.



Sorpresivamente y yendo en la misma dirección, ya salió de Washington un
emisario de alto nivel a negociar con la Unión Europea un entendimiento
respecto a Cuba (con un retraso de 47 años) y que seguramente lleva en su
cartera, el control estadounidense del petróleo irakí (motivo de conocidas
diferencias por estar más cerca de Europa) para poder entenderse mejor.



El jugo geopolítico entre EUA y Cuba, que ya dura más de 47 años, está a
punto de terminar. La definición final no será la que quiere el dictador
para el futuro de una isla que considera suya, pero tampoco será --de
momento-- la que desea la oposición democrática cubana. Como siempre, habrá
compromisos basados en intereses, no necesariamente los de la patria cubana.



Sin embargo, a medio y largo plazo, lo mejor del espíritu nacional cubano
emergerá de sus mejores hijos en un proceso irreversible --ojalá que no sea
violentamente-- y entonces no habrá intereses que puedan mediatizar las
ansias de libertad que todos los cubanos llevamos dentro.

Colaboración: Lourdes Pagani

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